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JULIO VERNE, ¿INVENTOR O VISIONARIO? (Segunda Parte)
por ARIEL PÉREZ

Esta es la segunda parte de un artículo sobre Julio Verne de Ariel Pérez que nos propone un repaso a la obra de Verne para analizar las proezas de su imaginación creativa. En la primera parte conocimos la forma como conquistó los aires, surcó las profundidades de los mares y cómo creó ingeniosos mecanismos bélicos. Ahora toca descubir más facetas de la obra verniana.

En ruta hacia el espacio exterior

Nuestro autor no solo quería conquistar los cielos terrestres; también quería que el hombre se lanzase a la conquista del espacio extraterrestre, algo que comenzó a ver la luz en pleno siglo XX en la carrera por el dominio del espacio protagonizada principalmente por los Estados Unidos y la ex Unión Soviética, las dos potencias más poderosas del mundo en el pasado siglo.

Desde su publicación, De la Tierra a la Luna , se erigió en la más Imagen de De la Tierra a la Lunaimpresionante de sus novelas, a la vez que se convertía en la más errónea desde el punto de vista científico. Sin dudas, sus más conocidas predicciones proceden de esta novela, en la cual Verne describe con asombrosa exactitud lo que sería en 1969, el lanzamiento del primer viaje tripulado a nuestro satélite natural: la Luna. Asombrosa resulta la descripción del lugar desde donde partiría la expedición. Es precisamente Barbicane, el presidente del Gun Club quien dice: “ …Este sitio está situado a trescientas toesas sobre el nivel del mar a los veintisiete grados siete minutos de latitud norte y cinco grados siete minutos de longitud oeste; me parece que por su naturaleza árida y pedregosa presenta todas las condiciones que el experimento requiere…desde aquí, desde la cúspide…nuestro proyectil volará a los espacios del mundo solar... ”. Con gran intuición Verne ubica el lanzamiento en un lugar del estado de la Florida. Estas medidas convertidas al sistema métrico decimal y llevadas al meridiano de Greenwich, nos dan la situación geográfica, casi exacta, de Cabo Cañaveral, la gran base espacial norteamericana, desde donde despegó la tripulación de Apolo XI más de cien años después de escrita la novela.

Otro de los detalles descritos en la novela sorprendentemente ocurrió un siglo después. Resulta que el proyectil lanzado por el cañón gigantesco en la novela del francés contenía una tripulación de tres hombres. A la tripulación de Impey Barbicane, Michel Ardán y el capitán Nicholl se opuso luego la de Neil Armstrong, Edwin “Buzz” Aldrin y Michael Collins, tripulantes de la misión Apolo XI. Quizás los hechos más precisos al compararlos con la realidad son: que la bala enviada a la Luna es de la misma altura y peso que el del cohete enviado a la misión del Apolo VIII, que ambos artefactos son lanzados desde la Florida y observados por medio de un telescopio gigante desde las Montañas Rocosas, y que al igual que Apolo VIII –y no Apolo XI, como erróneamente se dice– la bala cae en el Pacífico a un punto que se encuentra cuatro kilómetros distante del lugar donde aterrizó Apolo VIII en su regreso a la Tierra.

Ante estas evidencias, el mundo científico tuvo que admitir que la anticipación de Verne era impresionante. A tal efecto, los especialistas vernianos no muy dados a creer en las llamadas predicciones aseguran que fue Henri Garcet, su primo y profesor de matemáticas además, quien hizo todos los cálculos necesarios para que la novela tuviese un trasfondo matemático creíble y que por demás había mucha literatura anterior que esbozaba la idea del viaje a la Luna, incluida entre ella una de las historias de Edgar Allan Poe que trataba el tema.

Por otra parte, Verne escribe algunos años después la continuación de su novela a la cual da el título de Alrededor de la Luna . Es considerada por muchos una novela aburrida y llena de descripciones y es a la vez la historia que nos proporciona el conocimiento del final de la misión del Gun Club , así como nos da una lección total y autorizada de todo lo referente a los paisajes lunares, para lo cual, sin lugar a dudas, Verne consultó las cartas lunares existentes en su época.

En De la Tierra  a la Luna convergen otras posibles invenciones . Muchos suelen decir que el hecho de que se haya empleado un gran cañón para lanzar una bala a la Luna significa una predicción de lo que sería en el siglo XX el uso de los cohetes espaciales. Sin embargo, en esta novela también convergen una buena cantidad de errores científicos y el más grande de todos es que el hombre y los materiales no pueden ser lanzados desde un cañón y alcanzar la velocidad de escape, ya que la forma de alcanzar esta velocidad es con el uso de cohetes durante un período relativamente largo en tiempo. Sin embargo, no es menos cierto que aun cuando Verne probablemente conociese esta circunstancia debió usar un cañón debido al estado tan atrasado de la cohetería en su época. Sin dudas, el uso de otro tipo de medio de transporte para abandonar la Tierra pudiera haber hecho poco creíble su historia sobre el viaje al espacio exterior. Al crédito de Verne se reserva sin embargo la apreciación del hecho que los cohetes funcionarían en el vacío.

Pero Verne no sólo se limita a escribir sobre el viaje a la Luna. Algunos años después de escribir su “novela de la Luna”, escribe Héctor Servadac donde describe un viaje interplanetario cuando varios habitantes del globo terráqueo son “arrancados” por el cometa Gallia, al paso de éste por la Tierra. Luego, todos estos viajeros descubren que se encuentran a bordo de un cometa, que han salido de la atmósfera terrestre y que comienzan a viajar por el espacio. Aun cuando Verne nos haya impresionado con la descripción de un viaje interplanetario lo cierto es que el hombre, más que hacer de astronauta o turista en el entorno de la Tierra, desearía poder hacer viajes interplanetarios, interestelares y, por qué no, algún día, intergalácticos. Los inmensos espacios que separan los astros y el tiempo limitado de nuestra vida son inconvenientes muy difíciles de superar con cualquier tecnología actual o previsible sin violar las leyes físicas que rigen el Universo. Por tanto, mientras no se logre viajar a otros planetas quedará en un compás de espera la opinión sobre la recreación verniana del viaje interplanetario.

¿Computadoras e Internet en el siglo XIX?

Es tan vasta la obra del autor galo que no resulta extraño que en ella se encuentren muchos pasajes en los que se puede leer, más de un siglo después, las descripciones primitivas de muchos de los adelantos tecnológicos con que contamos hoy. Tomemos como punto de partida las descripciones tecnológicas hechas por Verne en tres de sus obras, conocidas mundialmente por contener la exposición de tecnologías propias del pasado siglo tales como: la computadora, la calculadora, el fax, el sintetizador y la red Internet. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Existían algunas ideas con relación a algunos de estos dispositivos en la época en que Verne vivió?

La aparición a finales del año 1994, en Francia, de París en el siglo XX , una novela “perdida”, que durante aproximadamente ciento treinta años se mantuvo en el anonimato y el auge que, en la década de los noventa del pasado siglo, tomó, a escala mundial, la red Internet dieron lugar a la publicación de un sinnúmero de trabajos sobre las nuevas “predicciones” aportadas por Verne, aprovechándose además la oportunidad para rescatar del olvido otras anticipaciones provenientes de obras anteriores.

La computadora es uno de los tantos dispositivos modernos que le han sido atribuidos a la pluma de Verne y es en el quinto capítulo de París en el siglo XX donde el lector asiste al encuentro de un novedoso aparato cuando el escritor nos habla de que “ …la casa Casmodage poseía verdaderas obras maestras; sus instrumentos se asemejaban, en efecto, a vastos pianos; presionando las teclas de un teclado se obtenían instantáneamente las sumas, las restas, los productos, los cocientes, las reglas de proporción, los cálculos de amortización y de intereses compuestos por períodos infinitos y a todas las cuotas posibles. ¡Había notas altas que daban hasta un ciento cincuenta por ciento! Nada más maravilloso que estas máquinas… ”. De esta forma nos indica el autor la existencia de ciertas máquinas que los partidarios de la idea de Verne como profeta han querido ver como la predicción de la existencia de las modernas computadoras. Los más conservadores han manifestado que no hay nada en las obras del francés que indique que pudo predecir la aparición de las computadoras, o sea el modelo de la máquina binaria de Von Neumann, en la cual están basadas todas las computadoras personales actuales. Afirman además que la historia ubica el nacimiento de la computación en una fecha tan remota como 1852, cuando Charles Babbage hizo los planos de la Máquina Analítica, una segunda versión de la Máquina de Diferencias ya anteriormente diseñada por él. En defensa de estos últimos se pudiera argumentar que si bien es cierto que las ideas de Babbage eran primitivas y rudimentarias, ya en la época en que Verne vivía se habían hecho algunos esfuerzos por construir una máquina que pudiese hacer cálculos aritméticos, que es la base de las operaciones de las computadoras actualmente existentes.

En La isla con hélice , Verne nos presenta un gran cúmulo de adelantos tecnológicos enmarcados en una historia singular en la cual los protagonistas viajan desde San Francisco hasta San Diego a bordo de una inmensa isla artificial diseñada para moverse a través de las aguas del Océano Pacífico. Uno de los fragmentos de esta novela resulta muy llamativo. En él se habla de una biblioteca que “ …contiene también un cierto número de libros fonográficos; para evitarse el trabajo de leer, se aprieta un botón y sale la voz de un excelente lector que lee con tal perfección, que sería algo así como la “Fedra”, de Racine, leída por Legouvé… ”. Realmente estamos en presencia de una de las descripciones más impresionantes dentro de la novela, la cual nos lleva a pensar en algo tan común hoy en el mundo informático como las aplicaciones multimedios a través de las cuales podemos escuchar el texto de lo que vemos en pantalla. No se conoce aún qué información previa pudiese haber tenido el escritor galo para el desarrollo de semejante descripción con más de un siglo de adelanto.

Es en este mismo libro donde Verne se refiere además al uso de la corriente eléctrica para transportar información, datos, voces e imágenes. La tecnología se describe en estos términos: “ la isla está al tanto de las novedades por las comunicaciones telefónicas con la bahía Magdalena, donde se unen los cables sumergidos en las profundidades del Pacífico… ”. Muchos han querido ver en esto la descripción de lo que es hoy la red mundial de computadoras Internet. En el relato, un cable conecta a la isla flotante con la costa Este de Estados Unidos. Los detractores del mito de Verne como profeta aseguran que ya en la época en que Verne vivió se disponía del conocimiento científico primario para poder imaginar algo así y reconocen que es muy atrevido admitir que esta descripción pueda asemejarse al funcionamiento de la actual red de redes.

Aun cuando París en el siglo XX y La isla con hélice fueron novelas pródigas en descripciones de adelantos tecnológicos, no lo fue menos el cuento En el siglo XXIX: la jornada de un periodista americano en el 2890 , publicada por primera vez en inglés en el periódico The Forum de la ciudad de Nueva York bajo el título In the year 2889 . Entre las anticipaciones del relato destaca una que resulta ser de particular interés y es la que se refiere a un aparato que nombra telefoto. Se describe de la siguiente manera: “ El teléfono complementado por el telefoto, una conquista más de nuestra época. Si desde hace tantos años se transmite la palabra mediante corrientes eléctricas, es de ayer solamente que se puede transmitir también la imagen. Valioso descubrimiento, a cuyo inventor Francis Bennett no fue el último en agradecer aquella mañana, cuando percibió a su mujer, reproducida en un espejo telefótico, a pesar de la enorme distancia que los separaba ”. Nada más parecido a la descripción de lo que se conoce como tele conferencia. Pero es, al llegar a este punto, donde surgen entonces las dudas sobre la autenticidad de esta historia que se presume fue escrita originalmente por su hijo Michel. Aparentemente, un año después, Julio tomó el texto escrito por el hijo, lo mejoró y lo recirculó en algunos periódicos franceses.

Los exploradores del globo

Otra de las más renombradas “predicciones” de Verne lo es, sin dudas, el descubrimiento del emplazamiento de las fuentes del río Nilo . Uno de los objetivos del doctor Samuel Fergusson -el personaje principal de su novela Cinco semanas en globo - era llegar a comprobar la veracidad de la existencia de las fuentes del río Nilo, y en su viaje aéreo sobre el África la buena fortuna le da la posibilidad de corroborar la información de sus antecesores. La alegría del doctor llega a extremos insospechados cuando afirma: “ ¡Miren!, las referencias de los árabes eran exactas. Hablaban de un río, por el que desaguaban hacia el norte el lago Ukerené, y ese río existe, vamos siguiendo su cauce…Ese caudal que se desliza bajo nuestros pies va, seguramente a confundirse con las ondas del Mediterráneo. ¡Es el Nilo!… ¡Si, es el Nilo! Es ese río cuyo origen etimológico ha apasionado a los sabios tanto como el origen de sus aguas… ¡Poco importa después de todo, puesto que al fin y al cabo ha entregado el misterio de su nacimiento!…

Para los que afirman que Verne predijo el lugar exacto en su novela, se le opone la historia, ya que fue en el año 1859 (3 años antes que Verne escribiese esta historia) cuando el explorador inglés John Hanning Speke –que había viajado al África junto a Richard Burton– regresó a Europa e hiciera público su descubrimiento de que el lago Victoria era la fuente principal del río Nilo. De hecho, Verne en su libro hace mención de la expedición efectuada por Speke y Burton. Si algo se le puede achacar a Verne es el hecho de confirmar que el lago Victoria era una de las fuentes principales del Nilo, como después se comprobó.

Los Polos siempre constituyeron una obsesión para Verne y en varias de sus novelas y cuentos hace alusión a la llegada y los viajes del hombre a los Polos. Es en Aventuras del capitán Hatteras , donde expone su teoría acerca del momento de la llegada de los humanos al Polo Norte. La expedición del Forward , dirigida por el capitán John Hatteras tiene como objetivo llegar a toda costa al Polo. El Forward no puede avanzar más allá de los 83 grados, 35 minutos de latitud. Esta latitud que indica Verne en su libro solo diferiría unos kilómetros con respecto al sitio donde más de cuarenta años después, en 1909 detuvo su barco el norteamericano Robert Edwin Peary, para lanzarse hacia la conquista del Polo Norte. En 1911, el explorador noruego Roald Amundsen se convirtió en el primer hombre en llegar al Polo Sur. Cuarenta y cuatro años antes el mítico capitán Nemo, creación de nuestro conocido autor, pisaba el suelo polar.

Su obsesión con los Polos lo llevaría a situar allí, a lo largo de su vida, partes de relatos o historias completas, llevadas a los lectores a través de libros como: El país de las pieles , César Cascabel , La esfinge de los hielos y Una invernada entre los hielos , entre otras, en los cuales la acción principal se desarrolla indistintamente en cualquiera de los dos Polos.

Definitivamente, ¿fue Julio Verne un profeta o un escritor imaginativo?

El tema de las “predicciones” de Julio Verne es inagotable. Los estudiosos de la obra verniana recomiendan no leer tan profundamente en los textos y no exagerar lo que allí se encuentre. Un misil autopropulsado no es lo mismo que un misil autoguiado, el delirio de un científico que exagera el poder de su explosivo no es necesariamente equivalente a una predicción de la bomba atómica, la proyección a través de potentes reflectores de una imagen que no se mueve no es en modo alguno algo parecido a la descripción del cine que conocemos actualmente.

Se puede notar que las más atrevidas “anticipaciones” ocurren en sus últimas obras con descripciones notables de: un helicóptero ( Robur el conquistador ), un cañón gigante para corregir el eje de la Tierra ( El secreto de Maston ), reproducción audiovisual ( El castillo de los Cárpatos ), una vía férrea trans-siberiana ( Claudio Bombarnac ), una isla flotante motorizada ( La isla con hélice ). En La asombrosa aventura de la misión Barsac –nuevamente aquí subyace el problema de la autenticidad– describe el láser, el control remoto, la lluvia artificial y la tortura por medio de descargas eléctricas. Muchas de ellas llegan ya junto al precario avance de la tecnología de finales del siglo XIX.

Por otra parte, muchas de las ideas para sus “predicciones” no son originales de él. El propio autor dice que sus lecturas de los desarrollos científicos contemporáneos eran la fuente de la gran mayoría de sus ideas. En cualquier caso, virtualmente todas las ideas que Verne usaba habían aparecido de una forma u otra en ficción. En el siglo XXIX probablemente sea un plagio de El siglo XX ( Le vingtième siècle ) de Albert Robida, escrito en 1882, aunque esta afirmación aun necesita ser sustentada. En línea general, los estudiosos vernianos afirman que en al menos tres de los treinta y un “libros de anticipación”, la idea básica no había sido usada con anterioridad en obras de ficción: los fósiles vivos en Viaje al centro de la Tierra , la satelitización alrededor de la Luna, y la unión de partes de la Tierra a un cometa y su viaje posterior alrededor del sistema solar en Héctor Servadac .

Para muchos las “predicciones” que se le atribuyen al autor galo no son más que extrapolaciones hechas a partir de técnicas emergentes o de especulaciones a partir de cosas conocidas teóricamente (la electricidad, por ejemplo) o imperfecciones (las exploraciones por ejemplo). No se debe olvidar que Verne reunía muchos documentos geográficos y científicos antes de escribir sus novelas y que leía muy regularmente un gran número de revistas científicas y geográficas. Lo cierto es que el gran talento de escritor de Julio Verne lo llevó a incluir en sus novelas todas estas “anticipaciones” que casi cien años después de su muerte –aun cuando muchas de ellas son ya algo común en nuestro siglo– siguen cautivando y encantando a las generaciones actuales e inspirando a otros artistas.

Usted, estimado lector, ¿de que bando se encuentra? ¿Está entre los que piensa que nuestro autor recibió conocimientos por inspiración divina y se convirtió en un profeta del porvenir? o ¿es de los que afirman que el autor de La vuelta al mundo en ochenta días no hizo más que desarrollar en su imaginación la incipiente tecnología del siglo XIX y llevarla un poco más adelante en el tiempo? Después que se declare partidario de uno de los dos bandos entonces podrá responder definitivamente a la pregunta inicial: ¿fue Julio Verne inventor o visionario?

Bibliografía consultada

  • Mensajes del foro internacional Julio Verne disponibles en el sitio de Zvi Har'El
  • El sentimiento del artificio de Pierre Versins, en la antología de ensayos vernianos de distintos autores, Verne: un revolucionario subterráneo , Editorial Paidós, Buenos Aires, 1968.
  • Jules Verne: A Reappraisal , escrito por William Butcher.

© Ariel Pérez
Publicado originalmente en Viaje al centro del Verne desconocido
Reproducido con permiso del autor

 


El autor: Ariel Pérez
Ariel Pérez mantiene la web en español más completa dedicada a la obra de Julio Verne, Viaje al centro del Verne desconocido. En ella tiene publicados diversos artículos sobre la vida y obra del escritor Francés. También es uno de los fundadores del Grupo Julio Verne, dedicado al escritor.
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