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Recuerdos del futuro
Visión de la historia:
La serie de la Fundación de Asimov

por Alberto Chimal en Ciencia Ficción

 

1

   En 1951, mientras la paranoia anticomunista crecía en América y Europa, Fundación apareció en las librerías de los Estados Unidos. Era un volumen con cinco cuentos, cuatro de ellos publicados cerca de diez años antes en la revista ASTOUNDING SCIENCE FICTION de John W. Campbell, y uno más, inédito, que servía para dar a la colección su telón de fondo: un futuro remoto en el que la humanidad ha poblado la galaxia y es gobernada por un Imperio en apariencia fuerte, pero que se desmorona poco a poco, víctima de conflictos internos, de su tamaño descomunal y, particularmente, de la decadencia de su tecnología: muchos mundos han vuelto al carbón y al petróleo por no ser capaces de reparar sus viejos reactores atómicos, y las ciencias físicas han sido abandonadas en casi todas partes.

   Poco antes de su muerte, el viejo psicohistoriador Hari Seldon, pionero de su disciplina (que es capaz de predecir, con ayuda de matemáticas muy avanzadas, el comportamiento de grandes poblaciones humanas), anuncia que el Imperio no sobrevivirá más que unos pocos siglos más y que a su desintegración seguirá un periodo de barbarie, una Edad Media a escala cósmica, cuyo final es tan remoto que no puede verse. Pero Seldon se propone evitar la catástrofe, y para ello formula un plan curioso que conocemos en el segundo cuento: con fondos del Imperio, acondiciona el planeta más remoto de la galaxia (bien llamado Terminus) y establece en él a la Fundación, una empresa cuyo propósito ostensible es compilar todo el conocimiento humano en una obra definitiva: la Enciclopedia Galáctica.

   Los últimos científicos, técnicos e intelectuales de la galaxia se trasladan a Terminus, un mundo sin mayores recursos ni atractivo, para llevar a cabo el trabajo, y los primeros párrafos del cuento pintan a la Fundación como una gigantesca dependiencia gubernamental: pequeños juegos de poder, conflictos con administradores y autoridades civiles, etcétera. Pero poco después, las provincias alrededor de Terminus se separan del Imperio y se convierten en reinos, ansiosos de expandirse a costa de los enciclopedistas. El Imperio les da la espalda, y la situación es desesperada cuando un mensaje de Hari Seldon, colocado en una especie de cápsula del tiempo, revela que los trabajos de la Enciclopedia sólo sirvieron para ocultar el verdadero propósito de la Fundación: es imposible evitar que el Imperio caiga, dice Seldon, pero la población de Terminus está allí para reducir el interregno de barbarie que seguirá a la caída, de modo que sólo dure mil años, y para convertirse en el núcleo de un Segundo Imperio, mejor y más poderoso.

   Sin más recursos que su ciencia y tecnología, aislada del Imperio moribundo por los crecientes reinos bárbaros, condenada a desaparecer a menos que se defienda, la Fundación no tiene sino un camino: convertirse en una nación, competir por el dominio de la galaxia, y durante el próximo milenio será siempre así: mediante la psicohistoria, Seldon ha previsto todas las crisis a las que Terminus habrá de enfrentarse, y ha arreglado las cosas de tal modo que, en los momentos de peligro, la mejor solución sea la única posible.

2    Asimov, uno de los autores más celebrados de la ciencia ficción dura, con sólida base científica, que dominó el género en los años cuarenta y cincuenta, exploró y expandió la idea de la Fundación en cinco cuentos y dos novelas cortas más, publicados entre 1942 y 1949 y reunidos, después de en FUNDACIÓN, en dos continuaciones: FUNDACIÓN E IMPERIO (1952) y SEGUNDA FUNDACIÓN (1953). En ellos asistimos al ascenso de Terminus, primero como sede de una religión que aprovecha la ignorancia de los reinos circundantes, luego como una potencia comercial que resiste, incluso, un enfrentamiento directo con los últimos restos del Imperio; en ellos leemos la historia del Mulo, un mutante con la capacidad de dominar las mentes humanas, completamente imprevisible para la psicohistoria y por tanto capaz de conquistar a la Fundación y estropear la cuidadosa planificación de Seldon; en ellos sabemos de la existencia de una Segunda Fundación, creada para salvaguardar a la primera y oculta en el otro extremo de la galaxia, que se enfrenta con el Mulo para restaurar el orden y el destino previstos.

   Considerados clásicos de la ciencia ficción norteamericana, los tres libros recibieron un premio Hugo especial en 1966 y siguen siendo reeditados hasta hoy. A partir de 1982, durante su última y más pobre etapa como escritor, Asimov escribió varias continuaciones y expansiones de la serie, todas de escaso interés, y después de la muerte de Asimov, en 1992, se han publicado tres novelas más de la serie, aún peores, escritas por otros autores. Pero el legado perdurable de la Fundación está ya en su primera entrega: el extraño pensamiento de Hari Seldon, para el que la historia es a la vez fortuita y gobernable.

3
   El espíritu de la psicohistoria Asimoviana está a medio camino entre dos enfoques contrapuestos del estudio de la historia. El primero es el de Carlyle, para el que la historia es la biografía de los grandes hombres: los individuos providenciales que influyen en el devenir de los pueblos impulsando en una u otra dirección a los pueblos. El segundo es, contra Carlyle, el de casi todos los estudiosos que lo han sucedido, para los que importan menos las acciones individuales que los grandes movimientos de las masas, sean impulsados por sus ideales o espíritus, por ciegas fuerzas económicas, por la lucha de clases…

   Asimov basó su Imperio moribundo en las descripciones de HISTORIA DE LA DECADENCIA Y RUINA DEL IMPERIO ROMANO, de Gibbon, que está mucho más cerca de Carlyle que de sus detractores, pero al describir las teorías de Hari Seldon parte de admitir que el comportamiento de los individuos es imprevisible e incontrolable, y el de los grandes grupos, siquiera como el promedio de las voluntades individuales que los componen, es en cambio susceptible de análisis estadístico, y por lo tanto de pronóstico. El cantante en un estadio lleno, el político en un mitin, el orador ante sus escuchas, hacen lo mismo: descifrar y manipular el ánimo de un grupo, aunque de manera intuitiva y sin la ayuda de herramientas matemáticas; Asimov sólo otorga a Seldon la capacidad de hacer descripciones y proyecciones más exactas, de poblaciones más grandes, y válidas por más tiempo.

   Ahora bien, este sistema, que podría ser visto como una especie de determinismo (se preserva la voluntad individual, pero ésta no conseguirá nunca alterar los designios de la colectividad; estos designios son manipulables si se tienen los conocimientos necesarios), tiene tres puntos débiles:

   a) Para que la planeación psicohistórica de Seldon pueda funcionar, y la Fundación pueda ser puesta en el camino correcto hacia su destino prefijado, uno o más individuos deben actuar: en la versión original de uno de los cuentos, se habla de la instigación de rebeliones en puntos clave de la galaxia que colocarán a Terminus en la posición de privilegio para aprovecharse de ellos; es claro que esas rebeliones no se hubieran producido por sí mismas en el momento indicado, y que ése es el cambio en la corriente de la probabilidad histórica que unos pocos pueden inducir. Hay, pues, puntos cruciales en los que la aplicación de cierta fuerza, aun la de un solo individuo, pueden tener consecuencias enormes.

   b) El plan, aun fuera de los puntos cruciales citados, puede ser derribado por un solo individuo que no encaje en él. La aparición del Mulo es el ejemplo más evidente, pues el personaje es capaz de alterar el comportamiento de grandes poblaciones, pero Asimov propone otros, particularmente en las novelas de los años ochenta: robots, más mutantes, extraterrestres… Aunque los ejemplos pueden parecer absurdos, todos apuntan al mismo hecho: lo no-humano, lo fortuito, el azar, pueden influir de manera decisiva en el desarrollo de las sociedades. Y sólo la acción correctora de otros individuos puede devolver el devenir histórico a su cauce.

   c) La voluntad individual, a pesar de todo, puede ser una interferencia. Mientras la Fundación está formada por científicos físicos, que a lo largo de los siglos renuevan la tecnología bélica, la Segunda Fundación está formada por psicohistoriadores, que continúan la labor de Hari Seldon y sólo se ven en peligro cuando son descubiertos en la última parte de la serie: la Fundación resiente el saberse controlada por un plan más grande que ella misma, y se esfuerza por destruir a los sucesores de Seldon para recuperar su libertad. Éstos fingen su desaparición, sacrificando a muchos de los suyos, para volver a la clandestinidad y dar a Terminus una falsa sensación de seguridad.

   Para Asimov, pues, la política: la acción sobre el mundo, sea guiada por el conocimiento empírico o por cuantificaciones de su ciencia imaginaria, se basa en una tensión constante entre la tenacidad del individuo y la fuerza de las sociedades como un todo. Cada impulso puede superar al otro en ciertos momentos, y los hombres providenciales lo son gracias a una serie de circunstancias que, casi siempre, escapan de su control.

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   J. G. BALLARD, el famoso autor británico de CRASH, BILENIO y otras grandes novelas de ciencia ficción, afirma que la gran virtud del género: su aportación exclusiva, casi siempre ignorada por la literatura general, es su empeño de examinar el devenir de las sociedades y las culturas. Asimov insinúa, por lo menos, la posibilidad de que ese mismo devenir pueda ser examinado de otro modo en el futuro, e invita a pensar en las implicaciones. ¿Podrán las electromatemáticas neuroquímicas, como las llama Asimov en algún momento, explicar todos los procesos mentales? ¿Será posible planificar la historia ? ¿Podría forzarse a la humanidad entera a seguir un guión, como lo pretende Hari Seldon?

   En nuestro tiempo, la respuesta a estas preguntas podría parecer evidente, después de que varias de las doctrinas más populares del último siglo, que preconizaban la inevitabilidad de cierto curso de la historia, han demostrado no ser infalibles. Pero la cuestión sigue, en realidad, sin resolverse: no se tienen los conocimientos suficientes para ello, y aun los más optimistas entre los estudiosos del pensamiento humano no esperan menos de diez años más hasta los próximos avances significativos.

5


   Por otra parte, es posible ver al menos dos de los temas centrales de la serie de la Fundación como parte de nuestra cultura: la noción de que la humanidad es manipulable, y la posibilidad de tal manipulación.

   a) He mencionado a ciertos individuos (el político, el cantante) que se valen de su conocimiento empírico sobre la naturaleza de los grupos humanos para provocar adhesión, convicción, catarsis. Estos métodos son también empleados por diversas iglesias, y aun por oradores especializados en motivación, para fascinar a sus audiencias, y sus actividades son un motivo recurrente en nuestra vida cotidiana. Muchas personas acuden a ellos, sobre todo en las grandes ciudades, para procurarse un escape de sus problemas u obtener de ellos cierta seguridad que nadie más, en apariencia, puede proporcionarles.

   b) Desde hace décadas, la cultura norteamericana, y a través de ella el mundo entero, se contamina de paranoia y teorías conspiratorias que hablan de ocultamiento de la verdad, manipulación de la opinión pública, etcétera. Peor aún, la siempre creciente influencia de los medios, y su actuación en momentos particulares (como en la Guerra del Golfo o el asesinato de Luis Donaldo Colosio) hacen razonable preguntarnos sobre cómo alteran nuestra visión del mundo, y hasta dónde esas alteraciones responden a intereses y designios concretos.

   Asimov se adelantó varias décadas a muchas de las formulaciones más famosas de estos problemas. El hecho de que haya sido ignorado, y de que (por limitados que hayan sido su talento y sus alcances) su obra parezca estar condenada a servir para refritos y reversiones, es señal de que el reconocimiento de la importancia de la ciencia ficción no termina de llegar, a pesar de que se anuncia desde hace más de medio siglo.

© Alberto Chimal


Enlace: La historia detrás de la Fundación


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